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martes, 5 de julio de 2011

DESPISTES Y FRANQUEZAS


Por: Víctor Miguel Villanueva H.

Mario Benedetti.
 
Desde luego el título de esta columna fue tomado de un libro de Mario Benedetti. ¿Podría ser de otra forma? No, pues el escritor uruguayo es la influencia más definitiva en mi formación literaria. Y porque, en efecto, su contenido, a partir de hoy, serán Despistes en 42 años de vida, y Franquezas en 22 años dentro del periodismo.


            Como buen Benedettiano este espacio será consagrado a la nostalgia. Al pasado fascinante, que intentaré regresar y regresar, una y otra vez. Aunque sea por medio de palabras, de evocaciones, pues en la realidad, lo se, es imposible. 


Ryszard Kapuscinski

Pero no sólo esta columna tendrá la influencia del poeta uruguayo. Pues si bien aquel me influyó desde edad temprana –los 13 años-, en mi madurez Ryszard Kapuscinski me impresiona como ningún otro.

            El polaco escribió que el periodista convive diariamente con la historia. La historia es pasado. ¡Qué maravilla! Unir el periodismo con la historia, la historia con el periodismo. Eso también tendrá este espacio académico. Aquí conjugaré el pasado, el deporte, el tiempo, la añoranza y la nostalgia. Mis dos pasiones: la historia y el periodismo.



            Será pues un entrevero: de crónicas, añoranzas, nostalgias, aprendizajes, sinsabores, anécdotas, lecciones de vida que aprendí, pasajes de vida profesional y de la personal; de amores, y cuando digo amores, me refiero, desde luego y por supuesto, al Atlante, a la Copa del Mundo, al Estadio Azteca, a mis ídolos deportistas; a mis escritores, a mis libros, a mis amigos, a mi amada UNAM.

Abordaré las Franquezas que desde siempre me enseñaron Elisa y Miguel, mis padres. Por ejemplo, que fue Elisa quien me enseñó a estar informado. Ella nunca me dijo “buenos días” o “buenas noches”, no, ella siempre me recibió con una noticia. Mi madre siempre estuvo informada. Con mi padre en cambio, aprendí a ver los deportes, nunca el resultado, sino la esencia. Conocía todos –salvo el futbol americano- y me los enseñó todos.

Hablaré también de los Despistes de trabajar en El Sol de México con un sub director de información corrupto y un jefe de información que no estaba informado.Como también de la Franqueza de sentirme un privilegiado por trabajar directamente con los periodistas Guillermo Ochoa, Francisco Javier González, José Cárdenas, José Gutiérrez Vivó y, por supuesto, con José Ramón Fernández. 

Desde luego, no tendrá ningún objetivo, ni mucho menos una utilidad. Es un desahogo. Un desahogo propio. No va dirigido a nadie, salvo en los poquísimos y extrañísimos casos que se aclaren desde el inicio. Las líneas de esta columna no son nada personal; ni siquiera cuando las Franquezas incomoden a alguien o los molesten los Despistes. Sólo tiene un fin lúdico para su autor.

Por último, quiero agradecer a Leopoldo Díaz de León, director del Bachillerato Tecnológico José Ramón Fernández, la oportunidad de que DESPISTES Y FRANQUEZAS abandonara mi mente y se plasmará un una hoja blanca para luego ser procesada en un blog. 

De esta forma, esta columna dejará de vivir en mis pensamientos y en mi memoria. Ahora tendrán un espacio más grande y más libre; igualmente público. Esto último me inquieta, pues en lo privado, en mi nostalgia, tienen un primerísimo lugar y gozan de un cariño inmenso. 

Espero que sigan contando con ese cariño y apasionen a los lectores que lean DESPISTES Y FRANQUEZAS, tanto como lo hacen conmigo. Y si no, será un despiste haberla leído y una franqueza no volver a hacerlo.

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